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Ab. Jairo Gavilanes

Al hablar de “Democracia” se nos viene a la mente varías interrogantes sobre la realidad de si existe o no, de que es, que conlleva y sobretodo quienes la gozan y quienes no la predican.

Muchos hablan de su origen griego y el significado de las dos palabras: personas y poder, lo que identifica diversos conceptos de distintos autores que en su mayoría hablan de sistemas organizativos, donde el poder no radique en un solo individuo, pero más allá de esto que es la democracia.

Hablamos de democracia cuando nos referimos a la participación, representación, acción y decisión de buscar un equilibrio, teniendo la posibilidad de estar en la papeleta, de votar y sobretodo de alzar la mano y consultar.

En el Ecuador las objeciones, las trabas y el interés democrático solo se perciben antes de un proceso electoral siendo evidente que es allí únicamente cuando nos preocupamos de las normas que regulan la participación de ciudadanos y el camino de quienes daremos el voto.

Con lo manifestado recordamos lo que mencionan varios actores políticos; el caudillo o los famosos lideres a la vanguardia de sus intereses, por ejemplo el expresidente Correa en uno de sus tantos tuit expone: “Mejorara la democracia y posibilidades de desarrollo cuando todos tengamos conciencia crítica y sepamos detectar los imposibles”.

Guillermo Lasso, otro viejo conocido que anteriormente ha participado en busca de la carrera presidencial, expuso en el año 2019 “No es hora de populismo, ni liderazgos demagógicos, hay que defender la democracia”.

En fin, todos queremos hablar de democracia inclusive quienes están en el poder, el presidente Moreno semanas atrás manifestó “Como debe de ser, seré respetuoso de todas las candidaturas y no participare de ninguna forma en estas elecciones”.

Pero claro, nos preguntaremos si la conciencia crítica tiene memoria selectiva o si en el pasar de un año ya nos cansamos de defender la democracia, sin ni siquiera haber empezado.

Es aquí donde la reflexión debería llegar antes de nuestro voto. ¿De verdad estamos conscientes de lo que en un determinado momento dijeron o hicieron? o simplemente somos respetuosos y oyentes, de los que nos conformamos con verdades a medias y mentiras concretas.